Berry Superfos participa de la expansión del movimiento foodsharing

El movimiento foodsharing, que echó a andar en Alemania en 2012 para evitar que comida en buen estado acabara en la basura, ha crecido durante la pandemia. En Austria, por ejemplo, el movimiento ve cómo está aumentando la concienciación de la población.

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Puede parecer paradójico que un movimiento que nació con el objetivo de aprovechar los restos de comida haya crecido durante el confinamiento por causa de la COVID-19, un periodo durante el cual los restaurantes permanecen cerrados y no tienen sobras que compartir. Pero esto es precisamente lo que está sucediendo con el movimiento Foodsharing en Austria. Según Katharina Ander, fervorosa voluntaria de este movimiento, foodsharing cuenta ahora con 700 voluntarios solo en la ciudad de Graz.

«En los últimos años, el foodsharing ha ido adquiriendo bastante impulso, más aún durante la pandemia. Cada vez son más los supermercados, panaderías y comercios que se ponen en contacto con nosotros porque quieren compartir y conocen algo este movimiento. De hecho, hemos mantenido nuestra actividad durante toda la pandemia, precisamente cuando más gente ha necesitado un plato de comida gratis».

Evitar el despilfarro por principio
La idea del foodsharing implica que los voluntarios recojan excedentes de productos de panaderías, supermercados, bares, restaurantes y mayoristas para después distribuir gratuitamente la comida entre albergues para personas sin hogar, escuelas, jardines de infancia y demás.

Por lo general, la concienciación de la opinión pública está aumentando en muchos países, no solo en Austria y Alemania. Esto ocurre gracias a personas como Katharina Ander, que se unió al movimiento en 2014 y combate el enorme despilfarro de alimentos que se observa en muchos países hoy en día. Ella ha contribuido a desarrollar el movimiento foodsharing en varias ciudades alemanas como Leipzig, Friburgo, Braunschweig y Hamm, así como en Graz, en Austria. En la actualidad, ella reside en Graz, donde trabaja como ingeniera de I+D para Redwave, una empresa que diseña y produce maquinaria para la separación de residuos. Lo que significa que la necesidad de garantizar que los desechos se aprovechen forma parte tanto de su vida profesional como de la personal.

El recipiente UniPak es parte de la solución
Katharina Ander fue también la persona que logró que Berry Superfos se implicara en el movimiento.

«Necesitamos recipientes todos los días para guardar comida fresca y nos pusimos en contacto con Superfos, aquí en Austria. Se mostraron entusiasmados con la idea y dijeron que sí inmediatamente. Donaron la cantidad necesaria de su recipiente UniPak, que es ideal para nuestros propósitos. Se puede apilar, es hermético, apto para lavavajillas, microondas y se puede utilizar repetidamente. Incluso sus 1,2 litros de capacidad son ideales para la comida de una persona».

Los recipientes UniPak se están utilizando ahora para almacenar comida en las estanterías y neveras que el movimiento pone a disposición de la gente, los llamados fairteiler, en espacios para recoger la comida de forma gratuita.

Comida para personas necesitadas
Cuando se le pregunta por qué se unió al movimiento, Katharina Ander responde:

«Cada vez que veo que se despilfarra comida, me duele en el alma. Es una pena, cuando piensas lo compleja que es la cadena de suministro que lleva la comida a la tienda o al restaurante. Una vez que se produce se envía a muchos kilómetros de distancia para que al final acabe en el cubo de la basura. Mi objetivo es recuperar esa comida antes de que se desperdicie y dársela a personas necesitadas».

«Las personas necesitadas no son solo aquellas que encajan en lo que oficialmente se define como pobreza». Nosotros vemos a mucha más gente que necesita comida gratis. Por eso, en el foodsharing no definimos quién está en situación de necesidad, sino que nos abrimos a todas las personas. Nosotros solo compartimos», concluye Katharina Ander.